
Una serie de estudios internacionales ha encendido señales de alerta sobre el consumo de arroz, un ingrediente básico en la dieta de millones de personas alrededor del mundo. ¿Es recomendable incorporarlo en la alimentación diaria o conviene moderar su ingesta?
Pese a su carácter esencial en muchas cocinas, el arroz - especialmente en su variedad blanca- es cada vez más cuestionado por especialistas en nutrición. Una investigación de la Universidad de Harvard señaló que posee un índice glucémico alto, lo que implica que sus carbohidratos se transforman rápidamente en azúcar en sangre, aumentando el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Otras investigaciones también lo vinculan con el aumento de peso, ya que puede estimular el apetito y favorecer su consumo en exceso. Incluso se llegó a señalar que podría ser una “causa probable de obesidad”, aunque los efectos parecen depender del tipo de arroz y del contexto general de la dieta.
Más allá de los aspectos nutricionales, el principal motivo de preocupación radica en la presencia de arsénico inorgánico en sus granos. Este semimetal tóxico se encuentra de forma natural en el suelo y en aguas subterráneas. Al crecer en campos inundados, el arroz tiende a absorberlo y, una vez ingerido, puede acumularse en el cuerpo humano, afectando diversos sistemas y elevando el riesgo de hipertensión, enfermedades respiratorias y cáncer.
Estudios de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.) señalaron que ciertos métodos de cocción pueden reducir hasta un 60 % del contenido de arsénico inorgánico, aunque esto varía según el tipo de grano.
Entonces, ¿conviene o no consumir arroz? Según un informe de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio, no es necesario eliminarlo por completo, aunque sí se recomienda evitar su consumo diario. "Si se ingiere arroz todos los días o cada dos días, lo ideal sería alternarlo con otros cereales", sugieren los expertos.
A diferencia del arroz blanco, el arroz integral es considerado una opción más saludable, no sólo por su índice glucémico medio, sino también por su aporte de fibra, vitaminas del complejo B, antioxidantes y minerales como manganeso, selenio y magnesio.
En la Argentina, el consumo de arroz per cápita oscila entre los 10 y 11 kilos anuales, lo que lo posiciona como uno de los más bajos de América Latina. En contraste, en varios países asiáticos, el promedio asciende a 150 kilos por persona al año.
A nivel global, la producción de arroz se estima en 535 millones de toneladas para el ciclo 2024/25, lo que representa un incremento del 2 %, impulsado principalmente por India y China.