El misterio resuelto de las piedras que “caminan” en el Valle de la Muerte

En pleno desierto de California, en un antiguo lecho lacustre llamado Racetrack Playa, las piedras parecen desafiar las leyes de la física. Algunas pesan más de 300 kilos y, sin intervención humana, se desplazan sobre la superficie plana y agrietada, dejando surcos que pueden extenderse cientos de metros.

Durante más de un siglo, nadie había presenciado el momento del movimiento, lo que dio lugar a todo tipo de hipótesis: desde vientos extremos hasta fuerzas magnéticas o incluso la acción de seres extraterrestres.

La respuesta comenzó a gestarse en 2011, cuando los primos Richard y James Norris instalaron un sistema de monitoreo con cámaras, GPS y una estación meteorológica. Dos años después, en diciembre de 2013, registraron el momento exacto: más de 60 piedras se movieron al mismo tiempo, impulsadas no por misteriosas fuerzas, sino por una coreografía natural de hielo, agua y viento suave.

El proceso se da solo en condiciones muy específicas: tras lluvias invernales, una fina capa de agua cubre la playa y se congela de noche. Al amanecer, el sol fractura el hielo en placas que, empujadas por brisas de apenas 4 a 5 metros por segundo, deslizan las piedras lentamente, a 2 a 5 metros por minuto. Dependiendo de la base de la roca, el rastro puede ser recto o dibujar curvas sinuosas.

Este hallazgo no solo resolvió un enigma histórico, sino que también mostró cómo pequeñas variaciones de temperatura, humedad y viento pueden generar resultados sorprendentes. En el abrasador Valle de la Muerte, la naturaleza guarda aún sus danzas más delicadas.