
El Gobierno francés comenzó a implementar esta semana la prohibición del uso de teléfonos celulares en las escuelas secundarias, con el objetivo de reducir los disturbios en las aulas y mejorar la concentración del alumnado.
La ministra de Educación, Elisabeth Borne, confirmó la medida —anunciada antes de las vacaciones— al presentar su hoja de ruta para los próximos meses. “El problema de las pantallas es un problema de salud pública y mental cuyas consecuencias son innegables”, advirtió, recordando que “uno de cada cinco jóvenes presenta signos de malestar psicológico” asociados a la sobreexposición a dispositivos digitales.
La iniciativa, denominada “teléfono móvil en pausa”, se aplicará de manera progresiva en todos los centros públicos y antes de fin de año abarcará también iPads y relojes inteligentes. Cada institución se encargará de retirar los dispositivos a la entrada. El reglamento señala que el uso del celular “puede perjudicar gravemente la capacidad de escucha y concentración necesarias para la enseñanza” y que constituye una causa frecuente de “incivismo y disturbios escolares”.
El Ministerio de Educación indicó que las experiencias piloto implementadas en algunos centros durante el año pasado arrojaron resultados positivos en el clima escolar y la concentración del alumnado. En caso de incumplimiento, las sanciones podrán incluir tareas académicas extra, confiscación del dispositivo o, en situaciones graves, medidas disciplinarias.
Reflexiones sobre las pantallas
EL investigador y escritor Agustín Valle —autor de Jamás tan cerca, la humanidad que armamos con las pantallas— advirtió sobre los riesgos de lo que denomina “sujeción conectiva”. Según docentes entrevistados por él, muchos niños utilizan pantallas entre 7 y 8 horas diarias en la semana, cifra que asciende a 12 o 13 horas durante el fin de semana.
Valle señaló que los celulares actúan como “portales de la mediósfera”, con un poder de atracción inédito sobre la atención y la sensibilidad. “Es un monopolio del deseo, una sujeción total de la mirada”, afirmó.
No obstante, también alertó sobre el carácter restrictivo de la medida francesa y la necesidad de promover instancias de reflexión con estudiantes. Como ejemplo, mencionó el caso de una escuela en Rosario que prohibió celulares por decisión institucional y luego abrió espacios de debate en la comunidad escolar. “Si la prohibición impide que se investigue qué nos pasa con el apego a las pantallas, se pierde información valiosa”, subrayó.
Finalmente, Valle expresó dudas sobre la viabilidad de la norma: “El celular no es un objeto más, como una tijera o una escoba. Su lugar está pegado al cuerpo porque funciona como umbral al ambiente virtual. Habrá que ver si los propios trabajadores de la educación logran abstenerse de agarrar el rosario contemporáneo”.