
Un equipo internacional de especialistas en comportamiento y genética canina confirmó que los primeros seis meses de vida son determinantes para el carácter y el bienestar emocional de los perros. Según el estudio, publicado en Scientific Reports, las experiencias adversas en esta etapa —como el abandono, el maltrato o entornos poco estables— aumentan significativamente las probabilidades de desarrollar miedo o agresividad en la adultez.
La investigación analizó más de 4.400 casos de perros de 211 razas distintas, cuyos dueños respondieron el cuestionario C-BARQ, herramienta científica utilizada para medir la conducta animal. Los resultados fueron contundentes: uno de cada tres perros atravesó algún tipo de experiencia negativa durante su infancia, y en todos los casos se observó un incremento notable de comportamientos temerosos o agresivos.
Los expertos subrayaron que el impacto del trauma temprano puede ser tan fuerte como el de factores biológicos como el sexo o la edad, y que las experiencias negativas antes de los seis meses dejan una huella especialmente profunda. Además, encontraron que la interacción entre la genética y el entorno explica en gran medida las diferencias entre razas.
Algunas, como el husky siberiano, el sabueso leopardo americano o el pitbull, mostraron una mayor vulnerabilidad ante experiencias adversas. En cambio, razas como el labrador o el golden retriever demostraron una notable resiliencia, manteniendo un temperamento estable incluso tras atravesar situaciones difíciles.
El estudio también reveló que los perros criados en hogares con niños tienden a desarrollar más miedo o agresividad, posiblemente por interacciones bruscas o malinterpretaciones del comportamiento animal.
Los especialistas advirtieron que estas conductas no solo afectan al bienestar de los animales, sino que son una de las principales causas de abandono, mordeduras y eutanasia, con consecuencias directas en la salud pública. Por eso, destacaron la importancia de brindar una crianza segura, afectuosa y estable durante los primeros meses de vida.
En adelante, los científicos buscan identificar genes asociados con la agresividad y la resiliencia para diseñar estrategias de prevención y programas de cría que promuevan el bienestar y una mejor convivencia entre humanos y perros.